domingo, enero 13, 2008

Gripe.


Pensaba que a lo mejor este año me escapaba, pero no. Al final pillé la gripe. Y además la pillé nada más llegar a Madriz.


De todas formas es algo inevitable. Lo raro es que no me haya puesto malo antes con el maltrato térmico al que someto a mi organismo todos los días: Salgo de casa y un frío de muerte (puede que aderezado con lluvia), entro en
el cercanías y la calefacción a tope. Transbordo en Atocha y otra vez frío (que el techado no protege de las corrientes de aire). Nuevo vagón, con califacción o simplemente petado de gente. De nuevo en Fuencarral sales a la intemperie y esperas al bus. En el bus, como no, la calefacción a toda leche. Y ya por último sales del bus para andar los últimos metros hasta el curro, donde, mira tú que milagro, sí que tienen una buena temperatura (salvo en la entrada, que es el mismísimo infierno).



La culpable de todo

Total, que me he tirado una semana (puente de reyes incluido) malo, malo, con cuatro días atómicos en los que no dormí nada gracias a los 39 grados de fiebre que tenía. Además pude disfrutar de los maravillosos servicios que ofrece la seguridad social, con interminables colas y tratamientos inefectivos.


Dejaré de lado el fantástico mundo de los partes de baja y de cómo hay que hacerselos llagar a tu empresa mientras uno se está medio muriendo en la cama de su casa.


Esperemos que ésta hay sido la primera y la última del año.

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